sábado, 24 de septiembre de 2011

El símbolo universal

Los idealistas afirman que los Mandalas son diagramas o representaciones esquemáticas y simbólicas del macrocosmos y el microcosmos, utilizados en el budismo y el hinduismo, y creen que los nativos americanos y australianos los utilizan con este mismo sentido.
Estructuralmente, el espacio sagrado (el centro del universo y soporte de concentración), es generalmente representado como una circunferencia o esfera que simboliza la espiritualidad, y un cuadrado inscripto que representa la materia, lo físico, subordinado a ella (y no a la inversa).
La mayoría de las culturas poseen configuraciones mandálicas o mandaloides, frecuentemente con intención espiritual: la mandorla (almendra) del arte cristiano medieval, ciertos laberintos en el pavimento de las iglesias góticas, los rosetones de vitral en las mismas iglesias; los diagramas de los aborígenes americanos, etc.
Esta universalidad de las figuras mandálicas responde a la necesidad de concentrar fuerzas para hacer uso de los atributos esencialmente humanos; que si se disgregan se animalizan.


A su vez, en los rituales mágicos es frecuente la separación de un espacio sacro respecto de uno profano; para esto, en la tradición del ocultismo occidental, se ha recurrido y recurre a los círculos mágicos; el espacio sacro —o al menos el del ritual— es el inscripto en tales círculos que, de este modo, cumplen funciones análogas a los mándalas orientales.
Esta universalidad de los mándalas hizo que el psiquiatra Carl Gustav Jung los privilegiara como expresiones probables de lo inconsciente colectivo.
Para Jung el centro del mándala figura al sí-mismo (Selbst), que el sujeto intenta lograr perfeccionar en el proceso de humanización.

No hay comentarios:

Publicar un comentario